miércoles, 16 de julio de 2014

CONSEJERÍA LETRADA 10


RAMÓN ROCHA MONROY
            Consejos a los escritores maduros

Siempre he tenido el raro privilegio de vivir como un puente entre generaciones opuestas, uno porque heredé los amigos de mi hermano, que me lleva 17 años, y otro porque me gané a pulso la amistad de los hijos de mis amigos (¡y hasta de los nietos!).

Cuando estrené el dígito 2 de mi vida tenía amigos mayores que yo con 10 o más años. A estas alturas, muchos de ellos dejaron de vivir, aunque sólo algunos de ellos están muertos. Eso me ha desplazado hacia las nuevas generaciones y he aprendido a no sentirme el benjamín del grupo, sino el hermano mayor. O, simplemente, el viejo.

Me divierte, por ejemplo, saludar a mis antiguos alumnos de Derecho, uno de los cuales, para mi honra, es Presidente de la Corte Suprema de Justicia. Invariablemente los trato de doctor, es cierto que con familiaridad; y ellos, invariablemente me contestan: "Hola, Ramón", cosa que me agrada, aunque alguna vez este tratamiento sirvió de pretexto para dudar de que yo sea abogado, que lo soy exactamente hace 30 años, como hace 30 que publiqué mi primera obra y gané mi primer galardón literario.

Desde chico he sido irreverente, y por eso tuteo a quienes debería tratar con mayor formalidad; pero, a Dios gracias, ellos lo han aceptado y son mis amigos. En esa medida conozco algo de sus vidas y experiencias.

Con esa confianza y sin ánimo de herir a nadie, mucho menos de hacerle sombra, propongo unos cuantos consejos que, quizá por ser del montón, me salieron en una docena.

1. Abran sus ojos a las nuevas generaciones de escritores. Transmítanles su experiencia y capten las pulsiones, los intereses, las ondas de ellos.

2. Eviten seleccionar diez novelas en base a una encuesta de hace 30 años. ¿Acaso no volvió a ocurrir nada notable en ese lapso?


3. Eviten el favor y el odio políticos. Aléjense del poder.


4. Gánense sin proponérselo, por pura autenticidad, el reconocimiento de la sociedad, no del poder.


5. Alégrense de tener lectores y no reconocimientos oficiales. Sobre todo, no los busquen.


6. Eviten el ojo inclemente de las cámaras, que no perdonan una cana, una arruga, una calvicie, una cara de iguana.


7. Refúgiense en el misterio de lo que escriben. Dejen que la gente juegue a imaginar cómo realmente son.


8. Dense cada día una ducha de humildad, un masaje de sencillez, un cepillado de humor, un brindis de buen vino y amor.


9. Huyan de las responsabilidades administrativas y de las tertulias ociosas. Dedíquenle más tiempo a la soledad y al oficio.


10. Ahórrense moralejas y moralinas. Ustedes también eran unos picarones cuando jóvenes.


11. ¡No acaparen! Den campo y páginas a los nuevos escritores.


12. Aprendan a imaginar una muerte digna.



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