miércoles, 16 de julio de 2014

CONSEJERÍA LETRADA 11



ROBERTO BOLAÑO

Sobre el arte de escribir cuentos

Como ya tengo 44 años, voy a dar algunos consejos sobre el arte de escribir cuentos.

1. Nunca abordes los cuentos de uno en uno, honestamente, uno puede estar
escribiendo el mismo cuento hasta el día de su muerte.

2. Lo mejor es escribir los cuentos de tres en tres, o de cinco en cinco. Si te ves con energía suficiente, escríbelos de nueve en nueve o de quince en quince.

3. Cuidado: la tentación de escribirlos de dos en dos es tan peligrosa como dedicarse a escribirlos de uno en uno, pero lleva en su interior el mismo juego sucio y pegajoso de los espejos amantes.

4. Hay que leer a Quiroga, hay que leer a Felisberto Hernández y hay que leer a Borges. Hay que leer a Rulfo, a Monterroso, a García Márquez. Un cuentista que tenga un poco de aprecio por su obra no leerá jamás a Cela ni a Umbral. Sí que leerá a Cortázar y a Bioy Casares, pero en modo alguno a Cela y a Umbral.

5. Lo repito una vez más por si no ha quedado claro: a Cela y a Umbral, ni en pintura.

6. Un cuentista debe ser valiente. Es triste reconocerlo, pero es así.

7. Los cuentistas suelen jactarse de haber leído a Petrus Borel. De hecho, es notorio que muchos cuentistas intentan imitar a Petrus Borel. Gran error: ¡Deberían imitar a Petrus Borel en el vestir! ¡Pero la verdad es que de Petrus Borel apenas saben nada! ¡Ni de Gautier, ni de Nerval!

8. Bueno: lleguemos a un acuerdo. Lean a Petrus Borel, vístanse como Petrus Borel, pero lean también a Jules Renard y a Marcel Schwob, sobre todo lean a Marcel Schwob y de éste pasen a Alfonso Reyes y de ahí a Borges.

9. La verdad es que con Edgar Allan Poe todos tendríamos de sobra.

10. Piensen en el punto número nueve. Uno debe pensar en el nueve. De ser posible: de rodillas.

11. Libros y autores altamente recomendables: De lo sublime, del Seudo Longino; los sonetos del desdichado y valiente Philip Sidney, cuya biografía escribió Lord Brooke; La antología de Spoon River, de Edgar Lee Masters; Suicidios ejemplares, de Enrique Villa-Matas.


12. Lean estos libros y lean también a Chéjov y a Raymond Carver, uno de los dos es el mejor cuentista que ha dado el siglo XX.
CONSEJERÍA LETRADA 10


RAMÓN ROCHA MONROY
            Consejos a los escritores maduros

Siempre he tenido el raro privilegio de vivir como un puente entre generaciones opuestas, uno porque heredé los amigos de mi hermano, que me lleva 17 años, y otro porque me gané a pulso la amistad de los hijos de mis amigos (¡y hasta de los nietos!).

Cuando estrené el dígito 2 de mi vida tenía amigos mayores que yo con 10 o más años. A estas alturas, muchos de ellos dejaron de vivir, aunque sólo algunos de ellos están muertos. Eso me ha desplazado hacia las nuevas generaciones y he aprendido a no sentirme el benjamín del grupo, sino el hermano mayor. O, simplemente, el viejo.

Me divierte, por ejemplo, saludar a mis antiguos alumnos de Derecho, uno de los cuales, para mi honra, es Presidente de la Corte Suprema de Justicia. Invariablemente los trato de doctor, es cierto que con familiaridad; y ellos, invariablemente me contestan: "Hola, Ramón", cosa que me agrada, aunque alguna vez este tratamiento sirvió de pretexto para dudar de que yo sea abogado, que lo soy exactamente hace 30 años, como hace 30 que publiqué mi primera obra y gané mi primer galardón literario.

Desde chico he sido irreverente, y por eso tuteo a quienes debería tratar con mayor formalidad; pero, a Dios gracias, ellos lo han aceptado y son mis amigos. En esa medida conozco algo de sus vidas y experiencias.

Con esa confianza y sin ánimo de herir a nadie, mucho menos de hacerle sombra, propongo unos cuantos consejos que, quizá por ser del montón, me salieron en una docena.

1. Abran sus ojos a las nuevas generaciones de escritores. Transmítanles su experiencia y capten las pulsiones, los intereses, las ondas de ellos.

2. Eviten seleccionar diez novelas en base a una encuesta de hace 30 años. ¿Acaso no volvió a ocurrir nada notable en ese lapso?


3. Eviten el favor y el odio políticos. Aléjense del poder.


4. Gánense sin proponérselo, por pura autenticidad, el reconocimiento de la sociedad, no del poder.


5. Alégrense de tener lectores y no reconocimientos oficiales. Sobre todo, no los busquen.


6. Eviten el ojo inclemente de las cámaras, que no perdonan una cana, una arruga, una calvicie, una cara de iguana.


7. Refúgiense en el misterio de lo que escriben. Dejen que la gente juegue a imaginar cómo realmente son.


8. Dense cada día una ducha de humildad, un masaje de sencillez, un cepillado de humor, un brindis de buen vino y amor.


9. Huyan de las responsabilidades administrativas y de las tertulias ociosas. Dedíquenle más tiempo a la soledad y al oficio.


10. Ahórrense moralejas y moralinas. Ustedes también eran unos picarones cuando jóvenes.


11. ¡No acaparen! Den campo y páginas a los nuevos escritores.


12. Aprendan a imaginar una muerte digna.





CONSEJERÍA LETRADA 9



DECÁLOGO PARA CUENTISTAS
Por Julio Ramón Ribeyro (Lima 1929 – 1994)

Uno
El cuento debe contar una historia. No hay cuento sin historia. El cuento se ha hecho para que el lector a su vez pueda contarlo.


Dos
La historia del cuento puede ser real o inventada. Si es real, debe parecer inventada y si es inventada, real.


Tres
El cuento debe ser de preferencia breve, de modo que pueda leerse de un tirón.


Cuatro
La historia contada por el cuento debe entretener, conmover, intrigar o sorprender, si todo ello junto, mejor. Si no logra ninguno de estos efectos, no existe como cuento.

Cinco
El estilo del cuento debe ser directo, sencillo, sin ornamentos ni digresiones. Dejemos eso para la poesía o la novela.

Seis
El cuento debe solo mostrar, no enseñar. De otro modo sería una moraleja.

Siete
El cuento admite todas las técnicas: diálogo, monólogo, narración pura y simple, epístola, informe, collage de textos ajenos, etc., siempre y cuando la historia no se diluya y pueda el lector reducirla a su expresión oral.


Ocho
El cuento debe partir de situaciones en las que el o los personajes viven un conflicto que los obliga a tomar una decisión que pone en juego su destino.


Nueve
En el cuento no debe haber tiempos muertos ni sobrar nada. Cada palabra es absolutamente imprescindible.


Diez
El cuento debe conducir necesaria e inexorablemente a un solo desenlace, por sorpresivo que sea. Si el lector no acepta el desenlace es que el cuento ha fallado.
La observación de este decálogo, como es de suponer, no garantiza la escritura de un buen cuento. Lo más aconsejable es transgredirlo regularmente, como yo mismo lo he hecho. O aún algo mejor: inventar un nuevo decálogo.


viernes, 4 de julio de 2014


CONSEJERÍA LETRADA 8


HORACIO QUIROGA (1878 – 1937)



1. Cree en el maestro Poe. Maupassant, Kipling, Chéjov como en Dios mismo.

2. Cree que tu arte es una cima inaccesible. No sueñes en dominarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás, sin saberlo tú mismo.

3. Resiste cuanto puedas a la imitación: pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que cualquier otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una ciencia.

4. Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, si no en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia(o), dándole todo tu corazón.

5. No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra a dónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la misma importancia que las tres últimas.

6. Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: "desde el río soplaba un viento frío", no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de las palabras, no te preocupes de observar si son consonantes o asonantes.

7. No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él, solo, tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.

8. Toma los personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos no pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea.

9. No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino.


10. No pienses en los amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si el relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del cuento.
CONSEJERÍA LETRADA 7

DECÁLOGO DEL ESCRITOR
Augusto Monterroso (1921 - 2003)




1.    Cuando tengas algo que decir, dilo; cuando no, también. Escribe siempre.

2.    No escribas nunca para tus contemporáneos, ni mucho menos, como hacen tantos, para tus antepasados. Hazlo para la posteridad, en la cual sin duda serás famoso, pues es bien sabido que la posteridad siempre hace justicia.

3.    En ninguna circunstancia olvides el célebre díctum: "En literatura no hay nada escrito".

4.    Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien palabras; lo que con una, con una. No emplees nunca el término medio; así, jamás escribas nada con cincuenta palabras.

5.    Aunque no lo parezca, escribir es un arte; ser escritor es ser un artista, como el artista del trapecio, o el luchador por antonomasia, que es el que lucha con el lenguaje; para esta lucha ejercítate de día y de noche.

6.    Aprovecha todas las desventajas, como el insomnio, la prisión, o la pobreza; el primero hizo a Baudelaire, la segunda a Pellico y la tercera a todos tus amigos escritores; evita pues, dormir como Homero, la vida tranquila de un Byron, o ganar tanto como Bloy.

7.    No persigas el éxito. El éxito acabó con Cervantes, tan buen novelista hasta el Quijote. Aunque el éxito es siempre inevitable, procúrate un buen fracaso de vez en cuando para que tus amigos se entristezcan.

8.    Fórmate un público inteligente, que se consigue más entre los ricos y los poderosos. De esta manera no te faltarán ni la comprensión ni el estímulo, que emana de estas dos únicas fuentes.

9.    Cree en ti, pero no tanto; duda de ti, pero no tanto. Cuando sientas duda, cree; cuando creas, duda. En esto estriba la única verdadera sabiduría que puede acompañar a un escritor.

10.          Trata de decir las cosas de manera que el lector sienta siempre que en el fondo es tanto o más inteligente que tú. De vez en cuando procura que efectivamente lo sea; pero para lograr eso tendrás que ser más inteligente que él.

11.          No olvides los sentimientos de los lectores. Por lo general es lo mejor que tienen; no como tú, que careces de ellos, pues de otro modo no intentarías meterte en este oficio.

12.           Otra vez el lector. Entre mejor escribas más lectores tendrás; mientras les des obras cada vez más refinadas, un número cada vez mayor apetecerá tus creaciones; si escribes cosas para el montón nunca serás popular y nadie tratará de tocarte el saco en la calle, ni te señalará con el dedo en el supermercado.

NOTA: El autor da la opción al escritor de descartar dos de estos enunciados, y quedarse con los restantes diez.
CONSEJERÍA LETRADA 6

CONSEJOS DE RAY BRADBURY 


No empieces escribiendo novelas novelas. Toman mucho. Empieza escribiendo “una cantidad endemoniada de cuentos”, al menos uno por semana. Toma un año para hacerlo. Bradbury asegura que simplemente no es posible escribir 52 malas historias al hilo. Él esperó hasta los 30 para escribir su primera novela, Fahrenheit 451. “Y valió la pena esperar, ¿eh?”

Puedes amarlos, pero no remplazarlos. Ten esto en mente cuando inevitablemente intentes, consciente o inconscientemente, imitar a tus escritores favoritos, justo como él imitó a H.G. Wells, Jules Verne, Arthur Conan Doyle y L. Frank Baum.

Examina la “calidad” de los cuentos. Él sugiere Roald Dahl, Guy de Maupassant y los menos conocidos Nigel Kneale y John Collier. Nada en el New Yorker de hoy le llenaba el ojo, pues encontraba que esas historias “no tenían metáfora”.

Ocupa tu mente. Para acumular los bloques intelectuales de estas metáforas, Bradbury sugería una serie de lecturas nocturnas: un cuento, un poema (pero Pope, Shakespeare y Frost, no la “basura” moderna) y un ensayo. Los ensayos pueden ser de una diversidad de campos, incluyendo arqueología, zoología, biología, filosofía, política y literatura. “Al final de mil noches, ¡Dios!, ¡Estarás lleno de cosas!”

Deshazte de los amigos que no creen en ti. ¿Se burlan de tus ambiciones de escritor? La sugerencia es que los despidas sin retraso.

Vive en la biblioteca. No vivas en tu “maldita computadora”. Bradbury no fue a la universidad, pero sus insaciables hábitos de lectura le permitieron “graduarse en la biblioteca” a los 28.

Enamórate del cine. Preferiblemente del viejo.

Escribe con alegría. “Escribir no es un negocio serio”. Si una historia comienza a sentirse como un trabajo, deséchala y comienza una nueva. “Quiero que envidien mi alegría”.

No planees ganar dinero. La esposa de Bradbury “hizo un voto de probreza” para casarse con él. Solo hasta los 37 pudieron comprarse un auto.

Enlista 10 cosas que amas y 10 cosas que odias. Luego escribe sobre las primeras y “mata” las segundas —también escribiendo sobre ellas. Haz lo mismo con tus miedos.

Escribe cualquier cosa vieja que surja en tu mente. Bradbury recomienda “asociación de palabras” para romper cualquier bloqueo creativo, pues “no sabes lo que hay en ti hasta que lo pruebas”.

Recuerda, cuando escribes, lo que estás buscando es que una sola persona llegue y te diga: “Te amo por lo que haces”. O, en su defecto, buscas a alguien que llegue y diga: “No estás tan loco como la gente dice”.