- Sólo
quien entra en literatura como se entra en religión, dispuesto a
dedicar a esa vocación su tiempo, su energía, su esfuerzo, está en
condiciones de llegar a ser verdaderamente un escritor y escribir una
obra que lo trascienda.
- No
hay novelistas precoces. Todos los grandes, los admirables novelistas,
fueron, al principio, escribidores aprendices cuyo talento se fue
gestando a base de constancia y convicción.
- La
literatura es lo mejor que se ha inventado para defenderse contra el
infortunio.
- En
toda ficción, aun en la de la imaginación más libérrima, es posible
rastrear un punto de partida, una semilla íntima, visceralmente ligado
a una suma de vivencias de quien la fraguó. Me atrevo a sostener que
no hay excepciones a esta regla y que, por lo tanto, la invención
químicamente pura no existe en el dominio literario.
- La
ficción es, por definición, una impostura -una realidad que no es y
sin embargo finge serlo- y toda novela es una mentira que se hace
pasar por verdad, una creación cuyo poder de persuasión depende
exclusivamente del empleo eficaz de unas técnicas de ilusionismo y
prestidigitación semejantes a las de los magos de los circos o
teatros.
- En
esto consiste la autenticidad o sinceridad del novelista: en aceptar
sus propios demonios y en servirlos a la medida de sus fuerzas.
- El
novelista que no escribe sobre aquello que en su fuero recóndito lo
estimula y exige, y fríamente escoge asuntos o temas de una manera
racional, porque piensa que de este modo alcanzará mejor el éxito, es
inauténtico y lo más probable es que, por ello, sea también un mal
novelista (aunque alcance el éxito: las listas de bestsellers están
llenas de muy malos novelistas).
- La
mala novela que carece de poder de persuasión, o lo tiene muy débil,
no nos convence de la verdad de la mentira que nos cuenta.
- La
historia que cuenta una novela puede ser incoherente, pero el lenguaje
que la plasma debe ser coherente para que aquella incoherencia finja
exitosamente ser genuina y vivir.
- La
sinceridad o insinceridad no es, en literatura, un asunto ético sino
estético.
- La
literatura es puro artificio, pero la gran literatura consigue
disimularlo y la mediocre lo delata.
- Para
contar por escrito una historia, todo novelista inventa a un narrador,
su representante o plenipotenciario en la ficción, él mismo una
ficción, pues, como los otros personajes a los que va a contar, está
hecho de palabras y sólo vive por y para esa novela.
- El
de las novelas es un tiempo construido a partir del tiempo
psicológico, no del cronológico, un tiempo subjetivo al que la
artesanía del novelista da apariencia de objetividad, consiguiendo de
este modo que su novela tome distancia y diferencie del mundo real.
- Lo
importante es saber que en toda novela hay un punto de vista espacial,
otro temporal y otro de nivel de realidad, y que, aunque muchas veces
no sea muy notorio, los tres son esencialmente autónomos, diferentes
uno de otro, y que de la manera como ellos se armonizan y combinan
resulta aquella coherencia interna que es el poder de persuasión de
una novela.
- Si
un novelista, a la hora de contar una historia, no se impone ciertos
límites (es decir, si no se resigna a esconder ciertos datos), la
historia que cuenta no tendría principio ni fin.
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