sábado, 29 de agosto de 2015

CONSEJERÍA LETRADA 30



POR ROBERTO BURGOS CANTOR

El primer diario de la peste, en Egipto, relata 10 plagas. Los primeros 10 días del mes, período propicio para los sacrificios. Las tablas de la ley prescribieron 10 mandatos. Algo debe vibrar entre la atracción por la unidad y el misterio del cero para que este número determine suficiencias y múltiples decálogos.
¿Serán posibles 10 consejos para quien padece entre la espalda y el pecho el misterio incierto de un deseo?

Probemos:

1. Escribe de lo que no sabes y tiene el poder de estremecerte con su enigma. Así conocerás la dificultad.

2. Olvídate del lector, es una vanidad de redactores. Cada texto llama, imagina su lector, le hace guiños, se merecen. Evita aquello de aprieto al lector por el cuello. Es imposible: no lo conoces y quien escribe no se prepara para manejar la horca.

3. Descree de la realidad: es una apariencia, una engañifa, un juego de espejos nublados. Aférrate al sueño y sobrevive a la incertidumbre. Así surgirá tu voz. A menos que te interesen los coros, pero entonces no es necesario que escribas.

4. Escritor es quien escribe, no quien se pone en esa fila inoficiosa de quienes esperan el milagro de una circunstancia a la medida de un vacío.
Una tarde de lloviznas el padre Enrique Gaitán S. J, nos convidó a Fernando Garavito y a mí para hablar de creación con sus maestros y alumnos, en el socavón de una capilla. Por imprecisión o por debilidad dije algo que Fernando interpretó como una queja. Con risa y sorna, replicó: Roberto quiere un mecenas o un consulado. Esa noche, avergonzado, no pude dormir buscando las palabras de un cuento.
Lo que se escribe solo existe en la escritura, es su forma única de existencia y expresión.

5. Debes leer siempre: es una condena. En esas lecturas conocerás a tus amigos. Con ellos dialogarás en las soledades de la escritura. Te exigirán y te darán aliento. Ya verás que la mayoría de esos cómplices están muertos. El amor con los muertos no se negocia, puro sentimiento radical. Imprecación y llamado.

6. Hay un amigo que te dirá. Los amigos dicen una sola vez para no convertirse en voceros de la cantaleta. Te dirá: la precisión es la poesía de la prosa. Si te sirve tatúalo en tu pulso. Recuerda, como el joyero con los metales, que tu asunto es con las palabras y debes entrar a la mina de la lengua y reventarla para que saques las de tu texto.

7. Escoge, busca sin cansancio, tu poesía. Como quien reconoce su estrella. Hay quienes confunden la poesía con las rimas involuntarias, con flores podridas. La poesía despoja a la prosa de solemnidad, de sometimiento a la regla, la incita al riesgo. Es conveniente en una época en la que la narración está entregada al desgaste de las palabras, al abuso de la repetición, monedas falsas circulando sin pudor ni sanción para que nos entendamos menos.

8. Si no crees en la inspiración, actúa con la prudencia medida de la escritora norteamericana, del Sur. Espérala, y siempre pon de tu parte: sudar la letra. Es un revuelto de gracia y esfuerzo que recompensa a los constantes, voluntariosos, creyentes. La disciplina gratifica, como el ciclista o el boxeador, se ejercita toda la vida, hasta cuando renuncia a ella.

9. Leer sin sosiego. Leyendo y leyendo percibirás que los escritores que establecen a manera de normas, recomendaciones, reglas, sobre el oficio no son permanentes ni universales, como las admoniciones de los moralistas. Ellos mismos las transgreden. Cada obra de creación es única, es la tuya. En eso consiste su valor. En mostrar que cada ser humano tiene algo qué decir y vivir y cantar y llorar. Ese carácter de único le da sentido a la ambición del escritor.
¿Si no para qué? Nos dedicamos a los crucigramas.

10. Escribe sin designio distinto al pacto contigo. No cedas a la tentación de las proclamas. Ni a las demostraciones. La libertad del arte auxiliará tu acercamiento al abismo.
Ahora, ya verás que no requieres de 10 anti-consejos. Apenas de lápiz y papel. Tu aventura te mostrará lo que necesitas, apenas a ti. Y por una sola vez.

Al boxeador tirado en la lona le cuentan hasta 10 para su salvación o para su derrota.

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